Rolex

Rolex: la expresión del lujo

Hoy, cuando nuestro teléfono móvil ha sustituido a tantos adminículos que antes formaban parte del equipamiento masculino, los relojes de lujo vuelven a cobrar protagonismo y ser un signo de distinción que identifica a personas exigentes, refinadas y amantes del buen lujo.

En efecto, no hay sensación semejante a vestir una verdadera obra de alta relojería. Un Rolex, por ejemplo. El peso de la esfera inspira esa serenidad que proporciona poseer una obra maestra y perdurable. Su cadena, más que superar, acaricia. El usuario siente esa elegancia. Un Rolex es arte, belleza, eternidad…
Todo empezó en 1905…

Un emprendedor joven llamado Hans Wilsdorf, gran aficionado a la relojería, tiene una idea genial: construir un reloj de pulsera tan preciso y fiable como los de bolsillo. Gracias a la ayuda de un artesano relojero suizo. Así nació la marca Rolex y la familiar corona que es su símbolo, desde entonces.

Pero la leyenda empieza a tomar cuerpo en los años 20, cuando Wilsdorf ofrece al mundo un regalo que perdurará a través de los años: el reloj Rolex Oyster, el primer reloj sumergible del mundo. En 1931, otro magnífico hallazgo: el movimiento perpetual, que acciona la maquinaria gracias al movimiento de los brazos. Rolex se convierte en el mejor reloj del mundo.

Esta marca es historia viva de la relojería y del lujo. Su modelo Datejust introdujo, en 1945, la indicación de la fecha en una ventanilla. Todos y cada uno de sus modelos, desde el delicado Prince de 1926 y hasta su homónimo del siglo XXI, un delicado reloj rectangular con acabados en oro rosa, han aunado la precisión técnica más absoluta, certificada en decenas de ocasiones. Además, la marca ha proyectado una variedad de diseños tan sobrios como universales, que convierte a Rolex en todo un símbolo del lujo y de la más alta exigencia.